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Artículo enviado por Jorge G. Conte Burrell
En el año 2009, gracias al esfuerzo de la Fundación Acción Social por Panamá y a un grupo de diputados, se instituyó cada 17 de mayo como el Día Nacional del Reciclaje. Este evento, que pasa inadvertido para la mayoría de los ciudadanos, medios de comunicación, escuelas e instituciones estatales, reclama de cada uno de nosotros acciones de información, promoción y recolección de materiales reciclables.
La iniciativa, que se celebra en todo el mundo, es pertinente en nuestro país que sufre una crisis de enormes proporciones, relativa al mal manejo de los desechos sólidos urbanos por parte de empresas, ciudadanos y, en particular, de las instituciones del Estado. El problema no se resolverá con la creación de una nueva entidad pública ni con más personal o camiones de recolección. Se resolverá en la medida en que se reduzca el volumen de desechos sólidos que generamos.
La estrategia global de las cinco erres (rechazar, recuperar, reducir, reutilizar y reciclar) debe considerarse como un modelo de desarrollo sostenible, que reduce el volumen de materias primas usadas en los procesos industriales, de los desechos tóxicos y no tóxicos que arrojamos a los poco controlados rellenos sanitarios; alarga la vida de los rellenos; disminuye la cantidad de camiones de recolección y su enjambre de recolectores en las atestadas calles, reduciendo el tráfico asociado con estos y la enorme huella ecológica en términos de emisiones de CO2 de este procedimiento. Con esta estrategia podemos crear nuevas empresas y trabajos mejor remunerados; valorizando en el mercado los productos reciclables y exportando gran parte de estos, lo que generará ingresos provenientes del extranjero y permitirá mejorar nuestra balanza de pagos.
No hay otro camino que aplicar las cinco erres. Rechazar las bolsas plásticas y empaques excesivos de los comercios; recuperar productos con metales tóxicos como pilas comunes y recargables, tubos fluorescentes, lámparas de bajo consumo y termómetros, entre otros, que contienen mercurio, cadmio, níquel, litio y plomo, dañinos para la salud pública y el medioambiente; reducir el consumo de energía y combustible; reutilizar las cosas que podamos y hasta cuando podamos (incluso pasándolo a otras personas o instituciones), reciclar las computadoras, plásticos, aluminio, papel, tetra packs, periódicos, vidrio y otros productos de consumo masivo.
Muchos países desarrollados de Europa y Asia, al igual que una parte de Estados Unidos y algunos países en Latinoamérica han acogido el reciclaje como una estrategia de desarrollo sostenible, porque contribuye en lo económico al progreso del país; en lo ecológico a la reducción de su impacto en el cambio climático y el calentamiento global y socialmente en su desarrollo saludable en el corto plazo, sostenible en el mediano y sustentable en el largo plazo. ¡A reciclar se ha dicho!
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Un grupo de estudiantes de la Universidad de Purdue -liderado por Jerry Woodall- desarrolló una aleación metálica que al ser introducida en un recipiente con agua salada (o sucia), es capaz de separarla en moléculas de oxígeno e hidrógeno, produciendo agua potable limpia y fresca por un lado, y energía eléctrica por el otro.
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