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El cultivo de microalgas como fuente para la producción de biocombustibles revoluciona el mercado energético.
Se trata de un recurso eficiente, económico y ecológico
"El camino al infierno está empedrado de biocombustibles", afirma el director del Centro de Biotecnología y Ecología Marina de la Universidad de Las Palmas, Guillermo García Reina. En el fuego eterno se queman maíz, soja y caña de azúcar para producir una energía que, aunque nació de las buenas intenciones, ha acabado siendo acusada de aumentar el precio de los alimentos y hasta de destruir ecosistemas. Investigadores de todo el mundo han comenzado, por tanto, a explorar nuevas herramientas que proporcionen una fuente limpia de combustible y, en esa búsqueda, se han topado con uno de los recursos más extendidos sobre la Tierra: las algas.
Empresas y gobiernos de todo el mundo se están lanzando a invertir en la generación de fueles procedentes de las algas. La empresa española Algaenergy de la que Iberdrola comprará el 20% del capital este mes acaba de adquirir dos patentes del CSIC para generar biofueles algales. En EEUU, la compañía Exxon la petrolera más importante a nivel mundial anunció recientemente que realizará una inversión de unos 417 millones de euros en un proyecto similar.
«Con sol y playa se puede cosechar algo más que turistas»
Energía veraneante
El presidente de Algaenergy, Augusto Rodríguez Villa, estima que este nuevo recurso energético llegará al mercado dentro de tres años. Y algunos expertos creen que España podría ser líder en producción de estos biocombustibles procedentes de algas. "Con sol y playa se pueden cultivar algo más que turistas", afirma García Reina, a sabiendas de que las necesidades de las algas son tan sencillas como las que fomentan el turismo: luz del sol y agua de mar.
Y es que es fácil encontrar algas en casi cualquier ecosistema acuático, ya que son capaces de crecer en agua salada, dulce y hasta residual. No requieren el consumo de agua potable, por lo que no compiten con el resto de seres vivos por este recurso. Además, las zonas para el cultivo algal sólo están restringidas por un factor, la luz solar. Las plantas de producción pueden situarse en cualquier tipo de suelo, por lo que tampoco compiten con los alimentos de consumo por los terrenos fértiles. Espacios poco valorados, como los desiertos, podrían convertirse en nuevos escenarios donde se desarrolle el progreso.
Los expertos esperan que llegue al mercado en unos tres años
Se conocen más de 2.000 especies de microalgas, cuyo tamaño microscópico las hace más adecuadas para la producción de biocombustibles. Las numerosas ventajas que presenta esta tecnología parecen, a priori, la panacea que resuelva la crisis energética, ya que su desarrollo no sólo es menos perjudicial para el medio ambiente que el de los cultivos tradicionales, sino que puede llegar a resultar beneficioso.
El metabolismo de las algas se basa en la captación de luz y CO2 para su crecimiento. El cultivo masivo de algas supondría la eliminación de toneladas de este gas en la atmósfera, mitigando el efecto invernadero. "Habría que buscar una sinergia entre plantas generadoras de CO2 y las de cultivo de algas", concluye García Reina. El residuo de la primera se convertiría en materia prima de la segunda, reduciendo costes y procurando una atmósfera más limpia.
Por lo novedoso de la tecnología, la mayoría de estudios existentes se han realizado en laboratorio, pero la auténtica ventaja de los biocombustibles algales radica en su eficiencia. Estos organismos son capaces de duplicar su biomasa en un solo día, frente a los meses de los cultivos tradicionales.
Limpia y eficiente
El investigador del Instituto de Catálisis y Petroleoquímica del CSIC José Luis Fierro estima que la productividad de las algas (medida en m3 de fuel por km2 de superficie utilizada) oscila entre 10.000 y 20.000 m3/km2. La comparación de este dato con el de los cultivos tradicionales es otra de las razones que sustentan esta tecnología. La productividad más elevada de los cultivos tradicionales es la de la palma, que solo llega a los 600 m3/km2. Así, los ventajosos requerimientos de la producción de biocombustibles procedentes de las algas se suman a sus altos rendimientos, lo que produce una tecnología limpia, eficiente y, en consecuencia, prometedora.
Sin embargo, a pesar de las cualidades de esta tecnología, sus resultados aún no han sido evaluados a gran escala, por lo que muchos expertos se muestran escépticos ante lo que podría convertirse en otra decepción en la investigación de la energía. La responsable del Área de Transporte de Greenpeace, Sara Pizzinato, opina que esta tecnología presenta muchos puntos positivos, pero "hay infinitas posibilidades de hacerlo mal". Para la ecologista es fundamental que las algas no se cultiven en el mar ya que "los fertilizantes podrían atacar al resto de especies del ecosistema. El cultivo de microalgas no debe interferir con ningún otro sistema natural". La ONG cree en el desarrollo de medidas "revolucionarias", como el aumento de la eficiencia de los transportes. "Hacen falta cambios sustanciales, ante los cuales los biocombustibles algales serán un pequeño apoyo", concluye Pizzinato.
Fuente www.publico.es
SU PRODUCTIVIDAD ES MUCHO MAYOR QUE LA DE OTROS VEGETALES UTILIZADOS PARA ELABORAR BIOCOMBUSTIBLES, COMO EL MAÍZ O LA SOJA.
Como las algas necesitan dióxido de carbono para crecer se convierten en un capturador de carbono.
Santo Domingo.- Como parte de los ingentes esfuerzos que realizan los diferentes países por encontrar el sustituto idóneo de los combustibles fósiles, causantes del calentamiento global, están las investigaciones para obtener biodiesel de las algas. Algunos investigadores consideran que la reserva energética del mundo puede encontrarse en los océanos.
Las algas son vegetales acuáticos sin raíz, tallos, hojas o flores, que poseen pigmentos fotosintéticos adicionales a la clorofila y que en su reproducción absorben dióxido de carbono.
Con relación a otras plantas para la fabricación de biodiesel, éstas presentan la ventaja de que son capaces de crecer en suelos arcillosos o salinos, inadecuados para el crecimiento de otros cultivos. Su velocidad de crecimiento es tal que permite obtener consechas repetitivas en intervalos muy cortos y no requiere el uso de pesticidas o herbicidas.
Para su reproducción necesitan radiación solar, agua, anhídrido carbónico, algún nutriente y unos aparatos denominados fotobiorreactores.
Estudios comparativos indican que existen algas unicelulares capaces de producir 130,000 litros de biodiesel por hectárea, mientras que en la misma superficie sembrada con girasol sólo se obtendrían 500 litros. Otros resultados indican que dependiendo de la especie de alga y de la eficiencia del sistema, una hectárea de algas puede producir entre 30 y 250 veces más aceite que una hectárea de soja, o diez veces más biocarburantes que el maíz.
Una investigación que realiza la Universidad de Washington para identificar los mejores tipos de algas para biocombustibles plantea la tesis de que cada tipo de alga produce combustible para un uso determinado. Así, una clase de alga podría producir un combustible apropiado para un vehículo de motor, otra podría generar combustible para calefacción de viviendas, y una tercera, combustible para aviones.
Vivero de algas
Otro investigador de las potencialidades de las algas para biocombustible es Hein de Baar, catedrático holandés en Biología Marina de la Universidad de Groningen y del Instituto Neerlandés de Investigación Marina (NIOZ, según su sigla en holandés) en Texel.
De Baar, en un artículo escrito por el periodista Thijs Westerbeek van Eerten, expone que las algas son la especie vegetal más corriente de la tierra, puesto que gran parte de toda la biomasa del planeta está conformada por algas, y que si el biodiesel puede ser extraído de esa fuente inagotable, cultivada expresamente para ese fin, podrían disminuirse de forma notable las emisiones de dióxido de carbono.
Refiere que como las algas necesitan dióxido de carbono para crecer, un cultivo intensivo consumirá grandes cantidades de este gas de efecto invernadero. De esa manera, se convierte en un capturador de carbono.
De Baar decribe un vivero de algas de la siguiente manera: "Debe haber cubas enormes, que tienen que ser transparentes para que puedan capturar la luz solar. Puede ser una cuba vertical a un par de metros de altura que permita la entrada del aire desde abajo, aire que naturalmente será rico en dióxido de carbono.
También se puede pensar en un complejo de tubos horizontales por los que circule lentamente la mezcla de agua con algas. El agua será al principio bien cristalina pero, con el agregado de algunas sustancias nutritivas, terminará transformándose en una especie de sopa de arvejas que podrá ser bombeada directamente a una fábrica.
Allí filtrarán y sacarán las algas para más tarde ser procesadas como combustible".
Para la construcción de un vivero de algas a gran escala para la producción de biocombustibles probablemente a partir de 2010, la Universidad de Groningen creó un consorcio conjuntamente con el mundo empresarial y el NIOZ.
Acciones en curso
The New York Times presentó en una reseña el modelo de Bryan Willson, profesor de la Universidad Estatal de Colorado, quien introdujo una cepa de algas amantes del dióxido de carbono en tanques de agua cerca de plantas procesadoras de gas natural en el desierto sur de Colorado, Estados Unidos.
El modelo consiste en cultivar algas en bolsas cerradas alineadas verticalmente en los tanques de agua, que se ubican cerca de una planta de procesamiento de gas natural para aprovechar el dióxido de carbono que desecha esta planta y que se agrega a la atmósfera.
Gracias al constante aporte de dióxido de carbono y al sol que reciben todo el año, las algas crecen más rápido.
En tanto, en la ciudad italiana de Venecia están dando pasos concretos para aprovechar el potencial energético de las algas. Ese país anunció un plan para generar el 50% de sus necesidades de electricidad a través de una central eléctrica que utilizará algas en vez de combustibles fósiles.
Con una inversión de USD264 millones construirá una nueva central de 40MW ubicada en el centro de la ciudad.
Y para lograr que sea realmente carbono-neutra, todo el CO2 producido en el proceso se reincorporará en las algas. El plazo para su construcción son dos años.
Así, las hoy molestas algas, porque se adhieren a los barcos y crecen en el puerto, serán cultivadas, tratadas en laboratorios y convertidas en combustible que luego se utilizará para hacer girar las turbinas de la central.
ALGUNAS VENTAJAS
-Muchas de las algas con las que se está experimentando son ideales para generar biodiesel, debido a su alto contenido en aceites y su extremadamente rápido crecimiento.
- Pueden crecer con agua salada o no potable y en terrenos desaprovechados para uso agrícola.
-Para su producción masiva no requieren de tierras que bien podrían destinarse a cosechas o a plantaciones de bosques.
-No necesitan pesticidas ni plaguicidas.
-Pueden emplear diferentes fuentes alternativas de nutrición, como las aguas residuales.
-Son capaces de producir 30 vecvves más biodiesel que la misma cantidad de materia utilizada convencionalmente.
-El biodiesel de algas no contiene sulfuros, ni sulfatos, no es tóxico, y es altamente biodegradable.
Proyectos alrededor del mundo
Las iniciativas para aprovechar las algas como combustible se multiplican por todo el mundo. En Nueva Zelanda, la empresa Aquaflow realiza experimentos con algas para obtener biocombustibles.
En Israel, la empresa Seambiotic ha patentado una técnica que produce un litro de combustible por cada cinco kilos de una macroalga del Mediterráneo.
La compañía Algae Biofuel, con equipos en Arizona y Australia, asegura que sus algas requieren muy poco espacio para crecer.
En Argentina, la multinacional Oil Fox ha llegado a un acuerdo con el gobierno de la provincia sureña de Chubut para sembrar cuatro variedades de algas marinas y producir aceite.
En Japón, la Universidad de Ciencia y Tecnología Marina de Tokio trabaja en un proyecto para producir etanol a gran escala mediante el procesamiento de las macroalgas Sargasso.
En España, la empresa BioFuel Systems (BFS) investiga un tipo de biopetróleo basado en microalgas que también absorben el CO2 de las actividades industriales. Según sus responsables, si se cultivan algas en una superficie dos veces del tamano de la Comunidad Valenciana se podría suplir la producción mundial diaria de petróleo.
En Estados Unidos, las empresas GreenFuel Technologies y Solix Biofuels están estudiando diversas variedades de algas con una alta densidad de aceite y de crecimiento rápido…[]
Fuente www.biodiesel.com.ar
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