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Desarrollo verde: Synthetic Genomics y ExxonMobil están colaborando en el desarrollo de algas fotosintéticas para elaborar biocombustibles. Fuente: Synthetic Genomics
ExxonMobil invierte 300 millones de dólares en Synthetic Genomics para desarrollar biocombustibles a partir de algas.
Dos de las pasiones más recientes de Craig Venter han consistido en recorrer la Tierra a la búsqueda de microbios y otras criaturas diminutas que logren revelar la diversidad de la vida, así como la creación y rediseño de la propia vida a través de la biología sintética.
Siempre pensando a lo grande, Venter tampoco ha dudado a la hora de mezclar investigación y comercio en su aventura por financiar sus proyectos y hacer que avancen. En los años 90 creó Celera Genomics, con más de mil millones de dólares de financiación, para competir con el proyecto público de secuenciación del genoma humano.
Llega un momento, me dijo una vez, en que los proyectos necesitan el tipo de recursos a gran escala que se dan en el sector privado, para así poder hacerse más grandes y finalmente implementarse. En este caso, el objetivo es producir un combustible alternativo al petróleo que sea viable y—cabe la posibilidad, insiste—que pueda reducir los niveles de carbono que se emiten en el aire cuando el petróleo se quema.
La semana pasada, ExxonMobil anunció su compromiso de invertir 300 millones a lo largo de cinco o seis años en Synthetic Genomics, que Venter fundó y de la que ahora es director general, y dedicar 300 millones adicionales a un programa interno complementario enfocado en las algas.
El objetivo es aprovecharse de la capacidad de las algas para transformar de forma eficiente la luz del sol en lípidos que se pueden convertir con relativa facilidad en diesel, gasolina y, posiblemente, incluso en hidrocarburos avanzados y utilizados en la fabricación de plásticos, componentes químicos y otros productos.
Si se mide por barriles, el combustible de algas proporciona de tres a cuatro unidades de energía por cada unidad utilizada para fabricarlo—una proporción que se aproxima a los niveles de eficiencia de 1-5 del petróleo. La proporción que se obtiene al fabricar etanol a partir del maíz es de sólo 1,2 a 1, según algunos estudios. Incluso en la fabricación de etanol a partir de plantas celulosas como el pasto, los investigadores pueden alcanzar proporciones de 2,5 a 1.
La compañía de Venter ha estado desarrollando unas cepas de algas biomodificadas que aumentan significativamente la producción de lípidos y, en algunos casos, pueden llegar a producir hidrocarburos de forma directa. Sin embargo, Venter y Emily Jacobs, vicepresidenta senior de I+D en ExxonMobil Research and Engineering, ponen énfasis en que sus compañías colaborarán para investigar cualquier opción viable que permita que las algas se conviertan en la mayor de las fuentes de energía.
Desde que empezaron las investigaciones con algas en los años 70 en el Departamento de Energía—como parte de los intentos del Presidente Jimmy Carter por desarrollar combustibles alternativos después de los sustos que provocó el petróleo por aquella época—han salido a la luz una serie métodos distintos.
En primer lugar se encuentra un sistema de estanque abierto que cultiva las algas bajo el sol. Otro método consiste en un sistema cerrado, sin sol, que distribuye el carbono procedente de las materias primas entre un grupo de algas suspendidas en tanques de fermentación. Un tercer tipo consiste en un sistema cerrado de birreactor que utiliza la luz del sol.
Synthetic Biology se ha decantado por el tipo de procesos que utilizan el sol. También tienen tendencia a utilizar plantas biomodificadas, aunque también tienen previsto experimentar con algas naturales que optimicen los resultados y otros parámetros. Los investigadores han buscado las especies candidatas a lo largo del planeta, afirma Jacobs.
Hasta ahora, el proceso de conversión de las algas en combustible sólo se ha probado a pequeña escala, y sea cual sea el proceso que se utilice requerirá que se construyan nuevas infraestructuras masivas para administrar el agua, los suministros de materias primas, los nutrientes, el cultivo y el transporte, incluso si el aceite de las algas se pudiese refinar en las instalaciones ya existentes.
Las algas se pueden cultivar en tierras no aptas para el cultivo de cosechas alimenticias, aunque nadie sabe aún como producir de forma óptima las enormes cantidades de algas necesarias para proveer incluso una pequeña fracción del apetito mundial por el combustible. Un estudio de 2004 en la Universidad de New Hampshire concluyó que se debería cultivar un espacio de 30 millones de acres—un área del tamaño de Carolina del Sur—para satisfacer las necesidades de transporte de los Estados Unidos.
La inversión de ExxonMobil llega después de que el año pasado se produjese un mini boom en las inversiones en algas debido a la enorme subida de los precios del petróleo. Otras compañías petrolíferas como Chevron, Royal Dutch Shell y BP, también han invertido en algas. El año pasado, el fondo Cascade Investment de Bill Gates invirtió, según informes, 50 millones de dólares en Sapphire Energy, con sede en San Diego.
Las inversiones descendieron considerablemente después que los precios del petróleo cayesen, aunque la colaboración actual sugiere que se llevarán a cabo más inversiones. El Departamento de Energía acaba de anunciar que invertirá 85 millones de dólares procedentes del paquete de estímulo en biocombustibles "avanzados" que pudieran derivarse de las algas y otras materias primas.
Si se logra tener éxito, la colaboración entre la compañía de Venter y ExxonMobil podría significar una inversión de miles de millones de dólars, afirmó Jacobs—cifras que Craig Venter no ha observado en una aventura comercial desde los primeros días de Celera a finales de los 90.
Aquella iniciativa empresarial supuso un excepcional desarrollo de la ciencia, aunque tuvo menos éxito a nivel de negocio. El tiempo dirá si esta táctica de alto riesgo, relativa a una tecnología nueva y prometedora, pero que no se ha probado aún, acabará creando una revolución en los negocios y en la ciencia o terminará hundida en el estanque.
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