Muchas veces los administradores hemos de jugar la ruleta de la fortuna y convertirnos, por momentos, en adivinos. El objetivo de tal juego no es otro que el de anticipar el futuro, visionarlo, palparlo y tratar de plasmarlo en un papel.
Que curioso nuestro trabajo si pensamos que, ante todo, se compone de grandes dosis de coherencia y lógica. Pero así es.
Planeamiento estratégico no es otra cosa que anticipar como será el futuro de nuestra empresa, tanto inmediato como a largo plazo, y plantearlo en forma de trabajo. Ni más ni menos.
El futuro ya no es, fue…por ello cuando hablamos de futuro hablamos de presente en acción futura. Por ello cuando hablamos de los riesgos del futuro hablamos de los riesgos del presente, hablamos de acción en presente y de lo que ello conlleva: distribución de recursos humanos y trabajo sin demora!!
El futuro, nuestro futuro, lo creamos con las decisiones que tomamos en el presente. Las decisiones que tomamos hoy marcarán el rumbo que tengamos mañana. Por ello, a menos que nuestras decisiones del hoy (presente) formen parte de un futuro que hayamos planeado, serán conjeturas y orientaciones erróneas que no nos servirán.
Pero volviendo a la esencia de nuestro planeamiento el objetivo es responder ¿que debería ser nuestra empresa?
Para responder hemos de entender que productos, servicios, tecnología y mercados serán nuevos y diferentes para evitar recursos y energía en defensa de lo pasado y para convertir en trabajo toda nuestra prospección.
Es necesario integrar el planeamiento de lo que es la empresa, de lo que será y de lo que debería ser. Pero el trabajo se deducirá de las preguntas:
-¿A que nos dedicamos?
-¿Que actividades debemos abandonar?
-¿Cuales debemos impulsar?
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